sábado, 11 de octubre de 2014

SI O NO / YES OR NO

Si o No Mateo 21: 28-32 / Yes or No Mathew 21:28-32


SI O NO - escuche aqui
A diario digo muchas veces sí,
a diario digo muchas veces no,
a diario incumplo muchísimos si,
a diario cumplo muchísimos no.
Si Tú me llamas Señor, quiero ir,
Señor, a tu viña voy a servir.
Todos los días me invitas señor,
a trabajar en la viña de Dios
más que decir si, más que decir no
quieres que sea tu trabajador.
Todos los días me invitas Señor
para que sea tu administrador,
más que decir si, más que decir no,
solo quieres de mí, frutos de amor.
Tú me pides Señor claramente,
que me entregue a servir totalmente,
que jamás la ambición yo alimente,
y a tu invitación no le de muerte.
Justamente hoy vengo a suplicarte,
que me des las fuerzas para levantarme,
ya no aguanto más este duro peso
que con mi pecado yo mismo me he impuesto.

YES OR NO - listen here
Every day often I say yes to you,
every day often I say no to you,
I break every day many yes my Lord,
and other days I fulfill many no.
Because you call me, Lord, I want to go,
In all your vineyard Ill serve you my Lord.
You want me to work with you with my heart,
You want me to work for the kingdom of God,
not simply say yes, or simply say no,
You want me to work every day, every night.
Every day you invite me my Lord,
to administrate your vineyard in this world,
not simply say yes, or simply say no,
You only want from me fruits of my love.
You ask me my Lord every day, every second,
accept to serve you all the time like your tenant
I never permit to feed any ambition,
You don’t want me to give death to your invitation.
Just today I come to make a supplication
only give me strength to overcome tribulation,
I cannot sustain this hard weight of my evil
that my sin has made it very lethal.

miércoles, 8 de octubre de 2014

EN BUSCA DE SENTIDO


"A un hombre le pueden robar todo, menos una cosa, la última de las libertades del ser humano, la elección de su propia actitud ante cualquier tipo de circunstancias, la elección del propio camino." (Frankl, 1946)


UNA HISTORIA EJEMPLARIZANTE Y PARADÓJICA
Esta es la historia, tomada del libro Víctor Frankl en el Hombre en busca de sentido,  que hace el relato de la experiencia de un campo de concentración visto desde adentro;  quiere responder a la pregunta  ¿Cómo afectaba el día a día a un prisionero en el campo de concentración? El autor relata en este libro que todos los sucesos que se describen se llevaron a cabo en los pequeños campos de concentración, adicionalmente dice que allí se vivió realmente la experiencia del exterminio y no en los campos grandes y famosos  como a menudo se suele afirmar. 

EL ENCIERRO EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN
Empieza narrando lo que ocurría cuando se hablaba de "traslados a otro campo", aunque todos sabían que el destino era la cámara de gas: "No había tiempo para consideraciones morales o éticas, ni tampoco el deseo de hacerlas. Un solo pensamiento animaba a los prisioneros: mantenerse con vida para volver con la familia que los esperaba en casa y salvar a sus amigos; por consiguiente, no dudaban ni un momento en arreglar las cosas para que otro prisionero, otro "número" ocupara su puesto en la expedición. Se empleaba la fuerza bruta, el robo, la traición o lo que fuera con tal de salvarse. "Los que hemos vuelto de allí gracias a multitud de casualidades fortuitas o milagros - como cada cual prefiera llamarlos- lo sabemos bien: los mejores de nosotros no regresaron." (Frankl, 1946)

El sistema el encierro en el campo de concentración es el shock. 1500 personas habían estado viajando varios días, en vagones de 80, solo con un respiradero, y creyendo que les conducían a una fábrica de municiones en donde deberían trabajar, hasta que alguien ve por el ventanuco una señal, Auschwitz. "Su solo nombre evocaba todo lo que hay de horrible en el mundo: cámaras de gas, hornos crematorios, matanzas indiscriminadas." (Frankl, 1946)

Por difícil que tal hecho pueda parecer, los prisioneros se fueron acostumbrando al horror. La primera selección - si te ponían en la fila de la izquierda o en la de la derecha- significaba la muerte o los trabajos forzados, al menos la supervivencia. Era un veredicto sobre la existencia o la no existencia. El 90 por ciento fue ejecutado en las horas siguientes. Frankl pregunta por un amigo que había sido destinado a la cola de la izquierda y alguien señala una nube de humo ascendiendo. Eso era lo que quedaba de su amigo.

Los prisioneros eran obligados a desnudarse totalmente, solo pueden conservar los zapatos. Frankl intenta ocultar un manuscrito en el que se contiene la obra de toda su vida, pero es inútil. Su única posesión es la existencia desnuda. Cuenta las reacciones que de algún modo son comunes: una extraña clase de humor, un tanto macabro y la curiosidad, por ejemplo de saber cuánto podrían aguantar desnudos a la intemperie, en un campo hollado, seguida de la sorpresa de verificar que ninguno se había resfriado. Otras sorpresas le hacen confirmar la frase: "El hombre es un ser que puede ser utilizado para cualquier cosa." (Dostoievski, F)

La situación desesperante les hacía pensar a la mayoría en "lanzarse contra la alambrada", el método de suicidio más popular. Pero algunos pensaban que no tenía ningún objeto suicidarse, ya que para todos los prisioneros las expectativas de vida consideradas objetivamente y aplicando el cálculo de probabilidades eran muy escasas. Pero en la primera fase del shock el prisionero de Auschwitz no temía a la muerte.

LA VIDA EN EL CAMPO DE CONCENTRACIÓN
La vida en el campo de concentración se caracteriza por la apatía, una especie de muerte emocional. Al llegar al campo se experimentaba una añoranza sin límites de la casa y la familia, seguida de una repugnancia por toda la fealdad que les rodeaba, hielo, fango, excrementos. Después los sentimientos quedaban embotados: "Asco, piedad y horror eran emociones que nuestro espectador no podía sentir ya." (Frankl, 1946)

La apatía, el adormecimiento de las emociones y el sentimiento de que a uno ya nunca le importaría nada era el necesario mecanismo de defensa frente al dolor, la injusticia, la crueldad y la irracionalidad, frente a los golpes diarios, casi continuos. Dado el alto grado de desnutrición que padecían, se comía una sola vez: un pequeño trozo de pan y un agua de sopa, lo que era más flagrante teniendo que realizar trabajos durísimos, el deseo de conseguir alimento era el instinto más primitivo. Eso explica que el deseo sexual brillara por su ausencia, y, contra lo que el psicoanálisis afirma ni siquiera se manifestaba en los sueños. Había una desvalorización de todo lo que no redundaba en la conservación de la propia vida. Pero había prisioneros que sentían una profunda inquietud religiosa, y que eran capaces de improvisar un rincón en el barracón, o en un camión de ganado, para hacer oración. A pesar del primitivismo que imperaba a la fuerza, en el campo era posible desarrollar una vida espiritual. Las personas capaces de ello resistieron mejor en el campo, al aislarse del entorno y retrotraerse a su vida anterior, a su riqueza intelectual y su libertad espiritual. Cuando todo se ha perdido queda el amor. El Dr. Frankl y otros prisioneros se aferraban a la imagen de sus mujeres, o de un hijo, o de la persona que más amasen. por eso puede decir: "La verdad es que el amor es la meta última y más alta a la que puede aspirar el hombre" y "La salvación del hombre está en el amor y a través del amor", un amor que va más allá de la maternidad del ser amado -Frankl ignoraba si su joven mujer, de 23 años seguía viva o, como supo después había muerto-, pero llega a decir: "El amor trasciende la persona física del ser amado y encuentra su significado más profundo en su propio espíritu, en su yo íntimo." (Frankl, 1946)

Había vida interior en los prisioneros, a veces muy intensa, que les hacía apreciar la belleza del arte o de la naturaleza como nunca hasta entonces. "Si alguien hubiera visto nuestros rostros cuando, en el viaje de Auschwitz a un campo de Baviera, contemplamos las montañas de Salzburgo con sus cimas refulgentes al atardecer, asomados a los ventanucos enrejados del vagón celular, nunca hubiera creído que se trataba de los rostros de hombres sin esperanza de vivir ni de ser libres." (Frankl, 1946)

En el campo también había cierto sentido del humor, aunque fuera en su expresión más leve y solo durante unos escasos mutuos. También en un campo de concentración es posible practicar el arte de vivir, aunque el sufrimiento sea omnipresente. Al no haber placeres positivos se agradecían mucho hasta los más ínfimos placeres negativos, que alguien te ayudara a despiojarte, por ejemplo. Se añoraba de una manera muy intensa la soledad, la imposible intimidad. Otro sentimiento muy frecuente en el campo era la irritabilidad. Dado que el prisionero observaba a diario escenas de golpes, su impulso hacia la violencia había aumentado: "A veces, era preciso tomar decisiones precipitadas que, sin embargo, podían significar la vida o la muerte. El prisionero hubiera preferido dejar que el destino eligiera por él." (Frankl, 1946)

Pero esa capacidad de elección les hacía sentirse libres, le concedían un atributo humano. La experiencia de la vida en un campo demuestra que el hombre tiene capacidad de elección. "Los que estuvimos en campos de concentración recordamos a los hombres que iban de barracón en barracón consolando a los demás, dándoles el último trozo de pan que les quedaba. Puede que fueran pocos en número, pero ofrecían pruebas suficientes de que al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa la última de las libertades humanas, la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias, para decidir su propio camino." (Frankl, 1946)

Aun en un campo de concentración puede conservar su dignidad humana. Cita a Dostoievski: "Solo temo una cosa: no ser digno de mis sufrimientos". Estas personas fueron dignas. "Es esa libertad espiritual que no se nos puede arrebatar, lo que hace que la vida tenga sentido y propósito."(Frankl, 1946)

El sufrimiento es un aspecto de la vida que no puede erradicarse, como no pueden apartarse la muerte. Sin ella la vida no sería completa. “Tiene algún sentido todo este sufrimiento, todas estas muertes?" (Frankl, 1946). Era la pregunta que angustiaba a Frankl. El modo en que el hombre acepta su destino y todo el sufrimiento que éste conlleva, añade a su vida un sentido más profundo. Incluso bajo las circunstancias más difíciles puede conservar su valor, su dignidad, su generosidad. O bien puede olvidar su dignidad humana y convertirse en poco más que un animal. Muchas veces es precisamente una situación externa excepcionalmente difícil la que da al hombre la oportunidad de crecer espiritualmente más allá de sí mismo. El prisionero que perdía la fe en el futuro estaba condenado, se abandonaba, decaía y se convertía en sujeto del aniquilamiento físico y mental. Lo más difícil es la pregunta por el sentido de la vida: "Tenemos que aprender por nosotros mismos y después enseñar a los desesperados que en realidad no importa que no esperemos nada de la vida, sino si la vida espera algo de nosotros" Frankl, 1946)

Otra pregunta que Víctor Frankl se hace es sobre los guardas del campamento ¿Cómo es posible que hombres de carne y hueso como los demás pudieran tratar a sus semejantes como los trataron? Había algunos sádicos, en el sentido médico del término, y que eran seleccionados precisamente por serlo, como lo eran los individuos más brutales y egoístas, los que tenían más probabilidades de sobrevivir, era una selección negativa. Pero además los sentimientos de la mayoría de los guardias se hallaban embotados por años de métodos brutales. Se habían endurecido hasta límites insospechados, aunque había algunos, por pocos que fueran, que sentían lástima de los prisioneros. Cuenta el caso de un comandante de las SS que había comprado medicinas para algunos prisioneros, gastando cantidades nada despreciables en ello. El autor saca la siguiente consecuencia: "Hay dos razas de hombres en el mundo y nada más que dos: "raza" de los hombres decentes y la de los indecentes. Ambas se encuentran en todas partes y en todas las capas sociales. Nosotros hemos tenido la oportunidad de conocer al hombre quizá mejor que ninguna otra generación. ¿Qué es en realidad el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es. Es el ser que ha inventado las cámaras de gas, pero, asimismo es el ser que ha entrado en ellas con paso firme musitando una oración." (Frankl, 1946)

DESPUÉS DE LA LIBERACIÓN
En la psicología del prisionero que ha sido liberado, Víctor Frankl  relata lo que sucedió la mañana en que, tras varios días de gran tensión, se izó la bandera blanca a la entrada del campo. "Al estado de ansiedad anterior siguió una relajación total. Pero se equivocaría quien pensase que nos volvimos locos de alegría". Y nos cuenta como los prisioneros se arrastraron hasta las puertas del campo diciéndose sin creérselo aún que eran libres. Vieron los alrededores del campo, los prados cubiertos de flores, "pero no despertaban en nosotros ningún sentimiento." (Frankl, 1946)

Víctor Frankl reproduce el estado de ánimo general cuando por la noche, ya de vuelta a los barracones, un hombre le preguntó a otro ¿estuviste hoy contento? A lo que el otro respondió "para ser franco, no". Frankl lo explica diciendo que lo que les ocurría a los prisioneros liberados era una "despersonalización”. Todo parecía irreal, improbable, como un sueño, y temían que al despertar les llegase la dura realidad. Narra como si un prisionero era preguntado por un granjero de las cercanías podía pasar horas hablando. Él nos cuenta su particular y conmovedor renacer, una tarde mientras paseaba: "No había nada más que la tierra y el cielo, y el júbilo de las alondras, y la libertad del espacio. Me detuve. Miré en derredor, después al cielo y finalmente caí de rodillas. En aquel momento yo sabía muy poco de mí o del mundo, solo tenía en la cabeza una frase, siempre la misma: "Desde mi estrecha prisión llamé a mi Señor y él me contestó desde el espacio en libertad.". (Frankl, 1946)

Muchos de los prisioneros que habían experimentado en carne propia la brutalidad solo querían reproducirla. Solo muy lentamente se podía devolver a aquellos hombres a la verdad lisa y llana de que nadie tenía derecho a obrar mal, ni aun aunque a él le hubieran hecho daño. Aparte de cierta deformidad moral, otras dos experiencias mentales podían dañar el carácter del prisionero liberado, la amargura y la desilusión que sentía al volver a su antigua vida. Amargura ante la reacción tibia de los otros ante su sufrimiento y terrible experiencia, y la desilusión hacia su propio sino. "El hombre que durante años había creído alcanzar el límite absoluto del sufrimiento se encontraba ahora con que el sufrimiento no tenía límites y con que todavía podía sufrir más y más intensamente." (Frankl, 1946)

En el campo todos sabían que no habría felicidad posible que les pudiera compensar de tanto sufrimiento pero: "Tampoco estábamos preparados para la experiencia muy difícil de sobrellevar. Pero también llegó el día en que la experiencia en el campo pudo ser vivida como una pesadilla. La experiencia final para el hombre que vuelve a su hogar es la maravillosa sensación de que, después de todo lo que ha sufrido, ya no hay nada a lo que tenga que temer, excepto a su dios." (Frankl, 1946)