jueves, 25 de septiembre de 2014

SÓLO DIOS BASTA


Jesús llamó a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad para expulsar a todos los espíritus malignos y sanar enfermedades. Y los envió a proclamar el reino de Dios y a sanar a los enfermos. Los instruyó: "No tomen nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni monedas de plata; y ni siquiera una túnica de repuesto. En cualquier casa donde entren, permanezcan allí hasta que se vayan del lugar. Y dondequiera que no los reciban, al salir de la ciudad y sacudan el polvo de sus pies: será como un testimonio contra ellos." Partieron y atravesaron las aldeas, proclamando la buena noticia y sanando a la gente en todas partes. Lc.9:1-6

Hoy me asombro ante el poder de tu bondad,
que me cubre y me salva sin reparo,
sin condenarme, Tú arrancas mi maldad,
hasta depender solo de tu amparo.


Sencillamente, estoy pensando en voz alta, me sorprendo y me lleno de fascinación por la grandeza de Jesús como buen proveedor de lo que es estrictamente necesario para realizar la tarea que se les encomienda al hombre y a la mujer de hoy. Dice: “los llamó y les dio poder y autoridad”.

Específicamente Jesús habla del poder y la autoridad que sirven para sacar el mal del corazón del ser humano y para sanar de las enfermedades que por causa de la maldad se incrustan en organismo, hasta debilitarlo totalmente. Sólo en Jesús podemos gozar de dicho poder frente el mal y ante cualquier dolencia. Sólo en Jesús lo encontramos, porque Jesús es el verdadero Poder y la auténtica Autoridad ante el mal y la enfermedad.


Si decides hoy ser su discípulo atendiendo al llamado que Él te hace, entonces te vas a encontrar a ti mismo cada día envuelto en su poder y autoridad divinos, y así, sin darte cuenta, de ti brotará una fuerza que refleja la intensidad de Su presencia en ti.


martes, 16 de septiembre de 2014

EL PRECIO DE LA LIBERTAD

Libertad

Hubo una vez un grupo de personas de todas las edades, hombres y mujeres, que fueron sometidos a trabajos forzados, recibían como paga el alimento diario, sin derecho a recreación ni días libres, no tenían derecho a protestar, ni mucho menos quejarse. Pero entre ellos, de la misma estirpe, nació un hombre que fue cultivando y ensanchando su imaginación a través del dialogo constante con Dios en la oración, hasta el punto que llego a proponerle a todo este pueblo la posibilidad de soñar con algo distinto, una vida diferente, unas condiciones más humanas, una vida más participativa. Y ese sueño fue sonando en la mente y en el corazón de todos hasta que un día decidieron dar comienzo a la realización de ese sueño, que no estuvo exento de dificultades, pesimismos, nostalgias del pasado pensando que este fue mejor, muertes y toda clase de obstáculos. Fue entonces cuando cada uno de ellos comenzó a entender que la libertad estaba dormida en cada uno y que no habían hecho nada con ella, entonces comenzaron a pensar y a entender que aunque la libertad existiera en cada persona, tenían que pagar un precio por ella y que podían tomar decisiones ante todo lo que les estaba pasando y no solo eso, que debían tomar decisiones frecuentemente.


No es bajo el precio que se debe pagar por ser libre, es inmensurable la convicción exigida a la hora de enfrentar los obstáculos del diario caminar, comenzando por nuestra primera decisión de abandonar todo lo que nos esclaviza, pasando por los momentos duros en el camino de las carencias hasta lograr lo que hemos soñado.

En nuestro diario vivir enfrentamos toda clase de obstáculos y carencias que no se pueden comparar con la barrera que se suele formar en el interior de cada uno de nosotros cuando asumimos que toda la carga de la culpabilidad de lo malo que nos pasa viene de Dios, de nuestros líderes, o quizá de lo desconocido. Son los demás, es lo demás, es tal o cual cosa, solemos decir, y no nos percatamos que somos poseedores de una maravillosa capacidad para decidir cómo reaccionar ante cualquier suceso y que esto es lo que realmente está en nuestras manos: podemos elegir la manera cómo vamos a reaccionar frente a los diferentes acontecimientos.


Frente a las carencias tales como el alimento y el bienestar físico y emocional, los seres humanos siempre nos quejamos y nos lamentamos poniendo fuera de nosotros mismos toda la carga de la culpabilidad de lo negativo que nos sucede, es decir nos descartamos como posible alternativa de búsqueda de solución. En otros términos, nos calificamos como las víctimas y desconocemos la potencialidad de solución que se esconde en cada uno de nosotros.


Casi que repetimos las mismas escenas del pueblo de Israel atravesando el desierto: nos lamentamos contra Dios y contra quienes han estado más cerca de nuestro proceso de cambio. Nos desgastamos en la negatividad y en la lamentación y perdemos momentos maravillosos para fortalecer la imaginación creativa.


Podemos ser positivos porque no estamos solos, porque la vida no está exenta de carencias, porque la adversidad fortalece nuestra creatividad, porque Dios no se olvida nunca de nosotros y finalmente porque si crees en Jesús te salvarás. 



jueves, 11 de septiembre de 2014

DETENTE POR FAVOR


O    O    O

Hoy me da por pensar en la imagen del Semáforo que funciona en cualquier calle, de cualquier ciudad y en cualquier parte del mundo, para pensar en el sentido de advertencia que este nos suministra cuando nos movilizamos de un lugar a otro: Nos indica que nos preparemos, que nos detengamos y que continuemos nuestro viaje. Esa es la advertencia de un dispositivo que ha sido diseñado por el hombre para facilitar el orden, para prevenir incidentes y facilitar un mejor movimiento de personas y vehículos que van y vienen.

En el Evangelio de San Lucas 6:27ss dice, “pero a ustedes que me están escuchando les digo: amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen…sean misericordiosos…no juzguen..., perdonen”. Es similar esta advertencia a la expresión: Detente, no permitas que el odio, la maldición, la falta de misericordia, el juicio al otro y la venganza continúen a través de ti. Detenlos ahora mismo; es una tarea impostergable, espera orando en este momento en que el semáforo en rojo te advierte y te indica que debes detenerte y orar hasta que tu espera se rompa con una nueva señal que te indicará que debes prepararte hasta que aparezca el signo que finalmente te dirá: “ya puedes seguir, es seguro el camino, no temas porque yo estoy contigo, nada te va a pasar, te protegeré, siempre te voy a mostrar en qué otros momentos de tu vida debes detenerte para avanzar de nuevo en el camino”. Ese signo es el amor.

El amor es la única señal que posee los tres indicadores del semáforo: Detente, Prepárate y Continúa (Rojo, amarillo y Verde). El amor es la única experiencia que puede detener los odios, las maldiciones, la falta de misericordia y la falta de perdón. El amor es la única respuesta que transforma y salva, porque el amor es Dios.

sábado, 6 de septiembre de 2014

EL CAMINO DE LA CRUZ

La Cruz


En el camino de la cruz
Me inspiro y veo que eres tú,
Brindando amor, brindando luz,
En el dolor, te veo Jesús.

El camino del calvario
Tú lo revives a diario,
Mostrando que es necesario
De la cruz ser partidario.

La cruz es signo de abrazo
A toda la humanidad,
Es confianza en el ocaso,
Es fe en la divinidad.

En el dolor se revela
Quien está de nuestra parte,
Y quién quiere aniquilarte
Sin importar que te duela.

La cruz es dolor que ahuyenta
A quienes no están convencidos
Del poder que ésta proyecta,
Si nos sentimos perdidos.

Sin la cruz no hay garantía
De dominio del maligno,
Porque la cruz es la guía,
Para salir del abismo.

martes, 2 de septiembre de 2014

PIENSA EN LO QUE REALMENTE NOS HACE VALIOSOS


En alguna ocasión, en una carpintería hubo una extraña asamblea. Se realizó una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias.


El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo golpeando. El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás. Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.

En eso entró el carpintero, se puso su traje e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, con la tosca madera elaboro un lindo mueble. 


Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo: “Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades. Eso es lo que nos hace valiosos. Así que no pensemos ya en nuestros puntos negativos y concentrémonos en la utilidad de las cosas positivas y en el trabajo en equipo.”


La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos. 


En los seres humanos ocurre lo mismo, cuantas veces en las familias, en los diferentes grupos humanos o asociaciones las personas viven preocupadas por lo que hacen los demás y buscan constantemente los defectos en los otros; la situación se vuelve tensa y negativa. En cambio, cuando valoramos lo que hacen los demás y trabajamos en equipo, entonces es cuando surgen los mejores resultados. Cuando el compromiso de un grupo aumenta, su potencial se multiplica.